“Tengo la sensación de que aún vivo, de que sueño despierto en la almohada de todos los olvidos”, versa uno de los poemas que al mundo regaló Rodrigo Abelardo Pesántez Rodas, eterno enamorado de las letras que partió la noche del jueves a la edad de 82 años.
El doctor en Filosofía y Letras murió tras sufrir un ataque respiratorio en su morada ubicada en el norte de Guayaquil. Así dice Fernando Magallán, uno de sus trabajadores por más de 30 años y quien lo acompañó en los últimos instantes.
“Amaneció con resfrío hace diez días, estaba muy incómodo porque empezó a sudar mucho”, cuenta Magallán y agrega que el escritor visitó algunas clínicas, donde solo le suministraron medicamentos.
“En vista de que se sintió mal buscó las clínicas para que lo atendieran, pero lamentablemente recorrió todas las clínicas particulares y nunca fue atendido, solo le tomaban la temperatura para ver si estaba contaminado con el virus, pero le decían que no lo estaba, por lo que le pedían que fuera a la casa porque ahí se iba a contaminar y así estuvo hasta el lunes cuando visitó una última clínica (en el norte), y lamentablemente no lo pudieron ingresar porque no había camas… eso lo deprimió más, al no tener dónde acudir”, asegura el trabajador.
Desde entonces, dice, el escritor cayó en una etapa de “ansiedad, cansancio, depresión… eso lo mató”, enfatiza.
Pesántez, nacido en Azogues el 25 de julio de 1937, fue funcionario de la Unesco en Europa (1970); ejerció la cátedra de Literatura Ecuatoriana y Estilística por 40 años en la Universidad de Guayaquil.
En 1962 obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional de Poesía Ismael Pérez Pazmiño, de Diario EL UNIVERSO, y en 1996 ganó el Premio Internacional José Vasconcelos de México.
En 1994 recibió la Condecoración Nacional al Mérito Cultural de la Casa de la Cultural Ecuatoriana. El año pasado fue nombrado miembro honorario de la Academia Nacional de Historia (ANH).
En la Casa Hacienda de Azogues –que lleva su nombre– reposa su legado bibliotecario, el cual donó en vida y se iba a inaugurar en este mes.
Además es autor de una docena de libros de poesía, ensayo e historia, entre los que destacan Visión y revisión de la literatura ecuatoriana (dos tomos), Panorama del ensayo en el Ecuador, Plenitud y ocaso del instante, Vigilia de mi sombra y otros textos de poesía.
Sus obras por lo general incluían fotografías y gráficas de importantes documentos históricos. Tenía una vocación innata por compartir datos curiosos sobre personajes célebres de la literatura nacional.
En redes sociales, varias han sido las personas que han lamentado su partida. Entre ellas el alcalde de San Francisco de Peleusí, Rommel Sarmiento Castro. “Metafóricamente hablando es un lucero que en algún momento se encumbró y flota, desde entonces, en el espacio, irradiando nudos e hilos de la ciencia y arte”, expresa.
Según informó Magallán, sus restos iban a ser cremados ayer. (I)