ALEGORÍA DE AMÉRICA
Autor: Ramón Vargas
Época: Siglo XIX
Técnica Óleo sobre tela
Con el descubrimiento de América, diversa información sobre el nuevo continente empieza a difundirse en Europa sobre la riqueza y bondades encontradas. Así describían e ilustraban los primeros cartógrafos y colonizadores. Información que la encontramos a partir del siglo XVI en que se empieza a representar a los cuatro continentes y por la contribución de varios grabados como el publicado en el Theatrum Orbis Terrarum de Abraham Ortelius de 1571, que muestra una de las primeras alegorías sobre América, ilustrada como una reina desnuda, con corona de plumas, una cabeza en su mano, arco y flechas en el suelo, contraponiéndose de esta manera a la representación del carácter imperial de Europa, localizada en la parte superior. Estos documentos dan la posibilidad a que se vayan repitiendo a través del tiempo en que se van incluyendo otros elementos relacionados con la flora y fauna local.
Para 1575, encontramos los grabados donde América posee arco, carcaj y macana, manteniendo la corona de plumas que se utilizará a perpetuidad. Y así llegamos a la representación de América diseñada por Marten de Vos, grabada por Adrian Collaert hacia 1588, una versión del continente que se popularizó hasta el siglo XIX: la mujer con un animal en particular y con diversos atributos. Como vemos en la imagen la mujer va montada en un armadillo, y tiene a su disposición un hacha, el arco y el carcaj lleno con flechas, fauna variada y enfrentamientos entre conquistadores y nativos. A través de estos trabajos, encontramos composiciones en que se consolida la idea de una América vinculada a lo bélico, con cabezas humanas a cuerpos asesinados a sus pies o en sus manos, como la que aparece en el “Tratado de Iconología de Cesare Ripa. Lo que aludía a la interpretación de grupos hostiles, feroces y practicantes del canibalismo.
“Mujer desnuda y de color oscuro, mezclado de amarillo. Será fiera de rostro, y ha de llevar un velo jaspeado de diversos colores que le cae de los hombros cruzándole todo el cuerpo, hasta cubrirle enteramente las vergüenzas. Sus cabellos han de aparecer revueltos y esparcidos, poniéndosele alrededor de todo su cuerpo un bello y artificioso ornamento, todo él hecho de plumas de muy diversos colores. Con la izquierda ha de sostener un arco, y una flecha con la diestra, poniéndosele al costado una bolsa o carcaj bien provista de flechas, así como bajo sus pies una cabeza humana traspasada por alguna de las saetas que digo. En tierra y al otro lado se pintará algún lagarto o un caimán de desmesurado tamaño…
El cráneo humano que aplasta con los pies muestra bien a las claras cómo aquellas gentes, dadas a la barbarie, acostumbran generalmente a alimentarse de carne humana, comiéndose a aquellos hombres que han vencido en la guerra, así como a los esclavos que compran y otras diversas víctimas, según las ocasiones. En cuanto al Lagarto o Caimán es un animal muy notable y abundante en esta parte del Mundo, siendo tan grandes y fieros que devoran a los restantes animales y aún a los hombres en ciertas ocasiones”. Así define el célebre tratado de Iconología de Cesare Ripa. (Ripa, 2002, 1613, p. 108-109)
En los años siguientes las alegorías se difunden ampliamente y se mezclan e intercambian algunos elementos o atributos. Finalmente esos atributos son representados de forma diferente dándole valores de inferioridad, exótica y primitiva como era considerada por los europeos.
Los relatos van cambiando con la expansión de los territorios y en el siglo XVIII se termina la asociación de las culturas de América al canibalismo y lo bélico. Este cambio lleva a transformar su representación y se le da un mayor destaque a la fertilidad y riqueza de las tierras; pero semidesnuda y con corona de plumas, cuerno de la abundancia lleno de frutas y en otras ocasiones de oro y riquezas; con fauna y flora exótica, el caimán y un loro.
Las representaciones sobre América encontradas en el Ecuador durante el siglo XIX, siguen la tradición alegórica heredada de la colonia y los modelos europeos, con una figura femenina y joven coronada con un penacho, armada de arco y flechas, sentada encima o junto a un caimán y cuerno de la abundancia, semidesnudas, con una mata de plátano al fondo, paisajes locales, actividades cotidianas y objetos alusivos al continente.
El cuadro del Museo de Arte Moderno de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, trabajado por Ramón Vargas, nos presenta un escenario paisajístico a orillas del mar, América está representada con la presencia de una mujer joven, descalza, vestida de blanco con chal en decoración lineal, corona de plumas, flecha en la mano derecha y arco en la izquierda, terciado carcaj de flechas a la espalda, a sus pies yace un hombre insinuando que fue asesinado. En la parte de atrás entre nubes se contrapone la representación de Europa con coronada imperial, apoyada en un león y sentada sobre el mundo. En la orilla del mar se representa a los conquistadores que llegan en una canoa, recurso utilizado para el desembarque de las grandes embarcaciones que quedan al fondo en altamar, junto a la canoa la presencia de dos mujeres desnudas bañándose y en la orilla varias valvas de concha. A lado derecho existen cinco niños desnudos (amorcillos) que juegan con un caimán, culebra y aves, tras de ellos un indígena semidesnudo con llauto en la cabeza, en su mano lleva un loro; toda la composición se cierra con montañas y nubes al fondo. Esta interpretación se encuentra muy relacionada con la descripción realizada en las otras representaciones anteriores, que servían a los artistas para hacer estudios y plasmar las nuevas creaciones.