OBRA DEL DÍA: FRAY VICENTE SOLANO, EL ESCRITOR DE LOS “LIBROS PROHIBIDOS”

Teólogo, orador, polemista y escritor cuencano nacido el 15 de octubre de 179. Hijo de españoles, don Tomás Solano y de doña María Vargas Machuca.

A los 9 años se trasladó a Quito e ingresa al noviciado del convento de San Francisco, donde estudió Filosofía y Gramática. Desde muy temprana edad se había despertado en él una gran inclinación por la lectura y el estudio y aprovechaba su tiempo disponible para visitar la biblioteca del convento, la aplicación era tal, que siempre tenía un libro en la mano; pudo de esta manera asimilar una gran cultura general. En 1809 continuó sus estudios religiosos en el convento de La Recoleta, de San Diego, y cinco años más tarde fue ordenado Presbítero por el Ilmo. Obispo Dr. José Cuero y Caicedo. (Azuay, 2019)

Siempre fue enemigo de los honores y las distinciones, y cuando por sus relevantes méritos fue nombrado Provincial de su Orden y luego Obispo Auxiliar, se excusó de aceptar dichos destinos expresando que su único deseo era ser útil a la religión y a la patria.

Poseedor de un gran talento y de una cultura amplia y enciclopédica, dedicó todo su esfuerzo para lograr que la ciudad de Cuenca tenga su primera imprenta, y gracias a su entusiasmo, el 1 de enero de 1828 se inició la era del periodismo cuencano, con la aparición del primer número de “El Eco del Azuay”, desde cuyas páginas defendió ardorosamente la libertad de imprenta. Posteriormente mantuvo una polémica carrera periodística que le granjeó amigos y enemigos, y fundó sucesivamente los periódicos «El Telescopio» y «La Alforja».

Más tarde, movido por sus principios religiosos publicó «El Semanario Eclesiástico», por medio del cual combatió las ideas vanguardistas de «El Ecuatoriano del Guayas». El 22 de agosto de 1854 inició la publicación de «La Escoba», fundado según sus palabras «…Para barrer las inmundicias de «La Libertad» …», (periódico que se publicaba en Quito). En «La Escoba» publicó además importantes artículos relacionados con la Entomología, Botánica, Geología, Meteorología y otras ciencias de la historia natural que él conocía muy bien.

Aquejado desde niño por la pobreza, las viruelas y el escorbuto, su salud fue siempre muy delicada, pero esto no fue obstáculo para que dedicara gran parte de su vida y esfuerzo a trabajar en beneficio de la colectividad. En 1851 fue nombrado Obispo de Cuenca, pero él rechazó y renunció a dicha dignidad para poder continuar su labor en favor de la educación de su provincia. Por esa época mantuvo una violenta polémica con la joven poetisa Dolores Veintimilla, sobre quien dejó caer toda su prejuiciada furia a través de violentos ataques y terribles y calumniosas acusaciones, que a la postre fueron la causa por la que la poetisa puso fin a su vida el 23 de mayo de 1853. Años más tarde, en 1861, el Presidente de la República, Dr. Gabriel García Moreno, lo designó para el cargo de Subdirector de Estudios de la provincia del Azuay.

En 1828 había escrito una de sus obras más discutidas, pero menos conocidas: «La Predestinación y Reprobación de los Hombres, Según el Sentido Genuino de las Escrituras y la Razón». Esta obra fue condenada por la Santa Sede y puesta en el índice de libros prohibidos, por lo que, luego de pedir respetuosa y humildemente perdón al Santo Padre, procedió a retirar de la circulación todos los ejemplares existentes que fueron quemados por él mismo, y sólo se salvaron unos pocos que no pudo recuperar.

Al sentir que su fin ya se acercaba, el sabio franciscano escribió el epitafio que debía llevar la losa que cubriría sus restos mortales, y que dice así:

Aquí yace fray Vicente Solano / de la Orden de los Menores / que demasiado vivió, pensó y escribió / ojalá en bien! / Y en polvo convertido / de los transeúntes pidió perdón y no alabanzas. (Pino, 2015). Muere en Cuenta el 1 de abril de 1865.

 

 

 

 

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