En estos últimos días, las noticias relacionadas con la reactivación económica han copado los medios de comunicación. La mayoría está pendiente de las decisiones de los Comités de Operaciones de Emergencias cantonales en cuanto a la semaforización. ¿Cuándo volveremos a trabajar? ¿Qué negocios volverán a funcionar?
Esas son algunas de las preguntas que la gente se hace. Sin embargo, dentro del mundo comercial no entra la cultura ni su sinfín de expresiones a través de los considerados artistas. Casi nadie habla de cuándo funcionarán las librerías, los auditorios, los centros en donde un puñado de gente se expresa como bien pueda.
No se habla de los músicos, con quienes más afinidad hay, si no es solo para criticar las decisiones que se tomaron en su momento para buscar que ellos también generen ingresos.
Un ejemplo de ello: por el Día de la Madre se permitió que los artistas puedan ofrecer conciertos, pero hubo más juicios que aplausos porque se habló de contagios masivos, cuando la realidad era otra: en la víspera de la festividad hubo más personas en el centro histórico de Cuenca que las poquísimas presentaciones que se dio.
Por ahora, son ínfimos las preguntas de la población relacionadas con el cuándo la cultura retornará a las calles y sus escenarios. Al contrario del mutismo, sí se sabe de la precarización en la que viven algunos artistas, la misma se agravado con la pandemia y la suspensión de las presentaciones.
“La situación golpea a todos los sectores de la sociedad, despierta lo mejor y peor de las distintas sociedades y devela las estructuras sobre las que estas se han construido. En el caso ecuatoriano han resaltado, lastimosamente, más los puntos negativos”, dice Piotr Zalamea, actor y miembro del Colectivo Artístico Barojo.
En su opinión, Piotr agrega que el sector artístico es uno de los más golpeados porque los proyectos y procesos, en el que se invirtió dinero, tuvieron que cancelarse. Y quienes estaban y están inmiscuidos en ese mundo se vieron abocados, al igual que todos, al encierro.
El destape
No obstante, la realidad en la que se desenvuelve la cultura en el país no es nueva. Pero con la pandemia se asentó aún más la situación y la vulnerabilidad se visibilizó, pero no se ha viralizado.
Según un diagnóstico de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay, el 68,6% de los artistas y gestores culturales no trabaja, mientras que el 92,36% no logra satisfacer sus necesidades básicas compuestas principalmente por lo alimentación y pago de alquileres.
Ante este momento en el que viven lo población artística han surgido iniciativas para por lo menos solventar la alimentación por intermedio de canastas y del trabajo en comunidad en el que el concepto de trueque prima.
En el caso de Barojo se ha llegado a acuerdos con asociaciones de productores para generar intercambios de los ya famosos “kits alimenticios” con producciones artísticas a través de Facebook Live.
La Casa de la Cultura Núcleo del Azuay también implementó una campaña llamada “Trueque solidario”. Esa institución recibe canastas con alimentos a cambio de productos y servicios culturales.
Lo recibido se reparte entre los artistas, que por lo menos este año, no podrán presentarse por la prohibición de aglomeraciones.
El futuro de los escenarios
Lo que se viene después de la pandemia es incierto. Los telones, para la gran parte de manifestaciones artísticas, se han corrido. Algunos han optado por usar las plataformas digitales para exhibirse, pero no es lo mismo.
No es lo mismo ver a un músico por una pantalla que escuchar su voz a unos cuantos metros de él; no es lo mismo ver al escritor mostrando su libro por una pantalla que tenerlo cerquita. No hay nada claro sobre el futuro de los escenarios que, al igual que las escuelas, están vacíos.
El temor también es contagioso debido a que los espacios en donde los artistas se desenvuelven podrían desaparecer.
“La alimentación se puede resolver, pero obtener el dinero para que los colectivos que pagan sus arriendos es difícil”, dice Liara Barco, de Bunker Escénico.
Bunker Escénico es una asociación de artistas de Azuay, la cual se formó tras la emergencia sanitaria en Ecuador para ayudar con las dificultades económicas. Por lo pronto han recolectado alimentos y han generado espacios para que los artistas muestre su trabajo.
Un posible plan para el retorno de la cultura
La Dirección de Cultura del Municipio de Cuenca ha preparado un borrador de un protocolo para que las actividades culturales poco a poco se reanuden.
El llamado borrador de “Semáforos de cultura independiente y pública del cantón Cuenca” fue compuesto con base en ocho puntos en el que se observan el tamaño de la empresa, la aglomeración de consumidores, entre otros indicadores.
Tamara Landívar, directora de Cultura, explicó que se intenta compartir el borrador (este puede ser solicitado a la dirección) con todos los artistas para que sean ellos quienes den sus aportes y se pueda llegar a un acuerdo.
“Ha surgido una buena iniciativa para que en vez de multitudes se diversifique el trabajo, y nos parece una buena salida”, explicó Landívar.
Aun así, lo cierto es que no hay nada seguro para los artistas, que por ahora están como la canción de Víctor Heredia: sobreviviendo. (I)