LA INMACULADA CONCEPCIÓN

 

 

Autor: Manuel de Samaniego (a)

Técnica: Óleo sobre tela

Siglo: XVIII

 

Obra de gran riqueza y colorido, minuciosidad y destreza en la pincelada. Manuel de Samaniego satisfizo las exigencias del ambiente con su pintura, que en el último cuarto del siglo XVIII, la Virgen Inmaculada fue de entre los gustos más populares. En su pintura, el encarne toma todos los matices de la cromática  que se combinan en un lienzo, su alma fina supo dar la gracia, como una categoría de la belleza en sus Vírgenes dándoles delicada femineidad. 

Figura no central del evangelio, la veneración por María se acrecentó durante los primeros siglos del cristianismo, en los cuales se fijan los dogmas que subrayan la importancia de su papel. La Inmaculada Concepción, su culto aparece como intercesora entre los hombres y Dios, privilegio especial de María que fue concebida sin pecado original, cuyo concepto es consecuencia de su maternidad divina, su virginidad completa antes y después del nacimiento de Jesús, el mantenimiento de su pureza, su santidad y su asunción al cielo.

Defendida por franciscanos y jesuitas, apoyada por la monarquía española y declarada como dogma en 1854 por el papa Pío IX, que el 8 de diciembre rodeado de 92 Obispos, 54 Arzobispos, 43 Cardenales y una multitud del pueblo católico definía como dogma de fe el gran privilegio de la Virgen.

La imagen de la Inmaculada asentada en el siglo XV, tomando como base un texto del Apocalipsis: “Una gran señal apareció en el cielo, una Mujer vestida de sol con una luna bajo los pies y una corona de doce estrellas sobre la cabeza”, en ocasiones una serpiente, “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje, él te pisara la cabeza”, ampliando así la idea de la Virgen como la nueva Eva, elegida para vencer el mal y restaurar la pureza primitiva. Completa la imagen los símbolos mencionados en las letanías lauretanas del Antiguo Testamento como el espejo, fuente, rosal, pozo, etc., formando parte de un paisaje difuso y lejano. 

La Inmaculada Concepción como dogma ha definido firme la creencia que María, la Madre de Dios, desde el instante de su concepción fue libre de pecado original.

La fiesta de la Inmaculada Concepción, se celebraba desde el siglo VI en la iglesia oriental y desde el siglo IX y X en la iglesia occidental, principalmente en España, Irlanda e Inglaterra, siglos más tarde extendiéndose luego por el

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