Planta sagrada de los andes, denominada San Pedro por los católicos, porque dicen que es quien abre las puertas del cielo. También se la conoce como Wachuma, Achuma, Aguacolla y Gigantón. Su nombre científico es Echinopsis Pachanoi o también Trichocereus Pachanoi. Es un cactus que crece en forma natural en los Andes, en el sur de Ecuador, en Perú y Bolivia y pertenece a la misma familia del Peyote.
Hay vestigios de su uso ritual en la cultura Chavín, en el Perú, con más de 2000 años AC. En Ecuador, crece de manera silvestre y es utilizada por los chamanes en la búsqueda de visión, así como para sanar a los enfermos, en un entorno ceremonial y mágico.
Está dentro de la clasificación de platas enteógenas, cuyo efecto principal es el atravesar estados de conciencia alterada, o realidades no ordinarias que generen una conexión profunda del ser espiritual. Los chamanes y sus pacientes consumen esta medicina, luego de un proceso fuerte de preparación que incluye ayuno, abstinencia sexual, nulo consumo de alcohol y otras drogas, meditación, gimnasia psico física, durante varios días antes de su consumo.
Según la sabiduría ancestral, esta planta sagrada es el nexo de conexión con la divinidad y con el lado energético de cada participante de las ceremonias. Ha sido usada tradicionalmente por los pueblos originarios en sus rituales religiosos; sin embargo, al ser conocida en otras culturas, fue utilizada con propósitos recreativos, pero también, como enteógeno, para facilitar la psicoexploración.
Historia:
Investigaciones arqueológicas en los Andes han hallado restos arqueobotánicos que se remontan hasta por lo menos 10.000 años en la Cueva del Guitarrero en Áncash. En el Complejo Arqueológico Huaca El Paraíso en Lima el 2016 se encontró un cactus de 4,000 años posiblemente de la especie Echinopsis pachanoi de unos 30 centímetros de longitud en perfecto estado de conservación. En el centro ceremonial Chavín de Huántar una estela de piedra con el cactus en su iconografía fue hallada por el arqueólogo peruano Luis Lumbreras en las excavaciones a inicios de la década de 1970 en la denominada Plaza Circular.
La civilización andina, como otras, edificó su construcción ceremonial considerando el uso de enteógenos. Podemos asumir que el San Pedro fue usado en la liturgia que reunía a sacerdotes y creyentes. Era utilizado por las culturas originarias en las festividades religiosas por sus propiedades enteógenas debido a los alcaloides que contiene, especialmente mezcalina.
Medicina tradicional:
Actualmente es extensamente conocido y utilizado para tratar afecciones nerviosas, de articulaciones, drogodependencias, enfermedades cardíacas e hipertensión, también tiene propiedades antimicrobianas.
Descripción:
Cacto arbóreo de porte columnar, aunque puede estar muy ramificado desde la base. De 3 a 7 m de alto y a veces sin distinguir el tronco principal. Tallos cilíndricos color verde oscuro, a veces glauco, de 5 m de largo y 8-15 cm de diámetro. De 5-14 costillas, anchas, redondeadas, con profundas muescas antes de cada areola, estas son blanquecinas y cercanas entre sí. De 3-7 espinas (en ocasiones ausentes), amarronadas, de 0,5 a 2 cm de largo, es reconocido por su punta más verdosa clara. Las flores, de color blanco, nacen cerca del ápice del tallo, son nocturnas y con una fuerte fragancia, de 19-24 cm de largo y 3-4 cm de diámetro; pericarpelos y tubo floral con pelos negros. Fruto oblongo, verde oscuro de 5-6 cm de largo y 3 cm de diámetro.
Distribución y hábitat:
Nativo de los Andes. Crece en altitudes entre los 1.000 a 3.000 msnm.2 Se encuentra en la cordillera andina abarcando desde Ecuador y el norte del Perú hasta el norte de Chile y Argentina. También se cultiva en otras partes del mundo.
Cultivo:
Este cactus es de fácil cultivo en la mayoría de los lugares. Acostumbrado a su hábitat natural en los Andes, a grandes altitudes y con abundante pluviosidad, puede soportar temperaturas muy por debajo de lo que resisten muchas otras especies. Requiere un suelo fértil y bien drenado. El promedio de crecimiento es de medio metro al año. Es susceptible de padecer enfermedades fúngicas si se riega en exceso. Puede sufrir quemaduras o presentar una reacción clorótica debido a la sobreexposición solar, por lo que es mejor mantenerlo en semisombra durante el verano en latitudes de clima templado.