Una imprenta artesanal está tan lejana del imaginario colectivo que resulta casi irreal saber del trabajo que se realiza en ella. La Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Azuay y la Universidad de Cuenca todavía conservan estos procesos tradicionales, cargados de un esfuerzo extra.
El cantautor argentino Charly García bautizó como ‘La Máquina de Hacer Pájaros’ a una de sus bandas de rock. Algo tan poético e irreal como esto sucede con las máquinas de hacer libros: ellas no existen. Las manos que los crean, sí.
En las solapas y portadas, por lo general sobresale el trabajo del autor. Quizá el reconocimiento a la casa editorial antecede al del editor, pero de la imprenta solo se conoce el nombre, casi nunca, a las personas que están detrás de este proceso que no deja de ser romántico para las personas que gustan de percibir con cierto celo y recelo las primeras páginas de un libro nuevo.
Casa de la Cultura
Camila Corral Escudero, la coordinadora editorial de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Azuay, CCENA, no deja de mencionar en cada lanzamiento de un libro creado por la Casa, sobre el esfuerzo de los trabajadores de la imprenta: “Quiero pedir un aplauso para ellos aunque no nos acompañen. Ustedes no tienen idea del trabajo que realizan”, dice la editora antes de realizar el brindis.
Esta obsesiva reiteración se entiende al conocer a Joel, Juan, Julio y Eloy. Son cuatro. Así como ‘Los 4 Fantásticos’ de la película por eso de los súper poderes que, a lo mejor desconocen que tienen, pero todavía hacen libros en máquinas que contabilizan 16 años de antigüedad.
La imprenta de la CCENA está ubicada en un espacio de uno de los edificios contiguos al teatro, tan alto y distante de la calle, como del reconocimiento oficial.
Lleva 60 años de producción y hace apenas 16, Efraín Jara Idrovo, el legendario poeta cuencano y exdirector de la CCENA, realizó la transición de las máquinas, dejando para el recuerdo a la enorme linotipia ‘Intertype’, en la que según explica el regente de la imprenta, Joel Arias: “la composición tipográfica se realizaba letra por letra”.
Hoy, una ‘Offset Harris’ 125 C es la encargada de mezclar el cian, magenta, negro y amarillo: los cuatro colores base para las obras que van más allá del blanco y negro.
“Recién a las cinco pasadas”, asegura el prensista Eloy Mora, se consigue el color adecuado. Su ayudante Julio Peláez, asiente con la cabeza y lo corrobora. El primero cumplirá en octubre 15 años en el oficio y el segundo, seis. Pero la agilidad que demuestran en el proceso parece de una vida entera.
Una vez finalizado el trabajo con las placas y los colores, se corta el papel en la guillotina. Luego, Juan Narváez y su paciencia esperan para la encuadernación artesanal de los libros, folletos, trípticos y todo material impreso.
Desde sus manos hasta su peinilla cuentan como herramientas para que el encuadernador realice un trabajo digno de fotografiar: con una cámara y con el recuerdo de los ojos y la mente.
Una vez dobladas las páginas y “emparejadas”, se cose pliego por pliego en una ‘Martini Frauenfeld’ o se grapa, según el caso.
Acto seguido y con más de media producción lista, los detalles de precisión dependen del pulso de Juan con la goma blanca para que todo quede fijado al lomo del libro, luego de recibir un golpe contundente para que esto ocurra.
El día de la visita a la imprenta de la CCENA, ‘Momentos Racionales’ de Kléver Moscoso fue el catálogo de la exposición que esperaba su impresión en menos de 24 horas. Uno de los mayores inconvenientes para agilitar el proceso fue la gama de colores que el diseño presentaba.
El tiempo estimado para que un libro esté listo con un tiraje aproximado de 500 ejemplares puede tomar hasta cinco meses de trabajo, en una jornada laboral completa. Y siempre lo logran.
Universidad de Cuenca
Acá la mano de obra dobla al número de la imprenta de la CCENA. Son ocho los creadores de las obras exclusivas para la Universidad de Cuenca.
El proceso es casi el mismo con la diferencia notable del espacio en el que funciona la imprenta. Mario Rodríguez, el administrador, muestra con nostalgia los tipos móviles de plomo, que raramente vuelven a usarse para definir el tipo de letra y que reposan en pequeños cajones de madera.
En una de las esquinas y con la rapidez de un experto, Xavier Gutiérrez explica contento que en sus manos están “los acabados” de los libros, mientras hace maniobras con el pegamento blanco.
Mario dice que un tiraje de 300 libros se concluye en un lapso de 10 a 12 días. La imprenta de la universidad cierra temprano, pero es la primera en encenderlo todo. (I)
Tiempo. Un tiraje de 300 libros está listo entre 10 a 12 días en la imprenta de la Universidad de Cuenca. En la CCENA, el tiempo es mayor.
Tipos. En la imprenta de la universidad todavía se conservan los tipos móviles de plomo que definen los tipos de letra para los distintos ejemplares.
Encuadernación. El trabajo del encuadernador es uno de los más complejos al momento de culminar con la creación de un libro artesanal.
Isabel Aguilar
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