Artista: Rafael Troya
Desde la lejana época de los filósofos griegos, uno de los aspectos más investigados, pensados y tratados por las personas, ha sido el de la Naturaleza y, al mismo tiempo, en qué consisten las relaciones entre ésta y el propio ser humano.
La pintura de Paisajes en nuestro país comenzó por los rígidos cánones y normativas que el neoclasicismo estético había impuesto en la creación artística como alternativa al barroco. Esto fue fuertemente cuestionado a mediados del siglo XIX por las nuevas propuestas románticas. Éstas, aportadas sobre todo por los numerosos viajeros que arribaron al Ecuador mediante textos, láminas, fotografías, etc., supusieron un paulatino cambio en el gusto estético—artístico neoclásico vigente, en favor del romántico-pintoresco.
Esta obra muestra una escena biodiversa sacada de la vida cotidiana de las poblaciones cercanas a afluentes, el mismo que utilizan como principal medio para cumplir sus necesidades, en este caso el lavado de ropa, en la escena el artista detalla minuciosamente el entorno vegetal exuberante.
Por las características del tipo de plantas representadas, se puede asociar, a la locación a un tipo de bosque tropical húmedo, característico del norte del litoral ecuatoriano, en donde actualmente encontramos reservas ecológicas muy importantes tales como: Manglares Cayapas, Mache Chindul, Cotacachi Cayapas.
La piel trigueña del personaje, las características de la vegetación y el entorno paisajístico, posibilitan generar aproximaciones de la locación representada, que probablemente corresponde al norte del litoral ecuatoriano en la actual provincia de Esmeraldas.
El cuadro fechado en 1905, sitúa al artista en su etapa de madurez, después de haber ganado el primer premio en el concurso Nacional de Guayaquil, un año atrás y al haber recorrido el Ecuador y parte Colombia pintando paisajes en su estado natural junto con la expedición científica de Reiss- Stübel, entre 1870 y 1874.
Es probable que los apuntes y bocetos tomados en sus múltiples viajes le ayudasen a crear la composición de este cuadro en su taller. La precisión y detalle de encontrar toda esta flora endémica corresponde al objetivo de los artistas viajeros pintorescos europeos que fantaseaban con encontrar un lugar ideal que revele todo el conjunto de características más representativas de cada lugar y por eso acudían al empleo de paisajes idealizados.
No se ha encontrado evidencia de apuntes, bocetos y fotografías de estos lugares en este espacio de tiempo en que fue ejecutada la obra. Aunque sí existió en realidad el lugar que se representa en el cuadro, debió haber sido toda una proeza el trasladar todo el equipamiento necesario para la pintura in situ, mas todo esto se ve recompensado en el deleite producido al contemplar el paisaje que personifica la utopía de la pintura.