Autor: Anónimo
Técnica: Óleo sobre tela
Siglo: XVIII
Después de la Oración que representa la angustia de Jesús en el Huerto de los Olivos o de Getsemaní, en la noche del Prendimiento. Jesús teme la muerte y quisiera alejarla, pero se muestra sumiso y obediente a la voluntad de Dios, a la necesidad de su sacrificio para la remisión del hombre.
Jesús apartó del grupo a sus tres discípulos más allegados: Pedro, Santiago el mayor y Juan. Estos se quedaron dormidos, mientras Jesús algo distante rezaba arrodillado, donde el Ángel bajó a reconfortarlo.
El Prendimiento de Jesús es el arresto, la misma noche de su agonía, después de la Oración en el Huerto. Un grupo de soldados llegan al monte de Getsemaní junto a Judas quien se acercará a Jesús y le dará un beso para identificarlo.
El beso completaba el saludo habitual, que se iniciaba con la expresión salom que quiere decir paz. El beso de Judas, dado en señal de salutación convertido por las circunstancias y por la palabra de Jesús en señal de hipocresía.
Santiago de la Vorágine, en la Leyenda Dorada, explica que el beso era debido a su enorme parecido con Santiago el Menor, llamado el “hermano del Señor” por lo que Judas andaba siempre con los dos, los distinguía perfectamente y el beso evitaría cualquier confusión a sus captores.
El Prendimiento debía cumplir lo previsto por la Escrituras, el que no tenga que venda su manto y que compre una espada, porque os digo que es necesario que se cumpla en mi esto que está escrito: Ha sido contado entre los malhechores, porque lo mío toca a su fin. Armados están cuando les sorprende la comitiva en el Huerto de los Olivos para apresarlo, Pedro intenta defenderle y con su espada le corta la oreja a Malco siervo del Sumo Sacerdote.
El Prendimiento de Jesús, obra de sutil manejo artístico, prueba el sincretismo imperante en el período de la Audiencia de Quito, engrandece en características plásticas la valiosa colección que se muestra en el Museo de Arte Colonial de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”.
