UN DÍA CUALQUIERA

FERNANDO TINAJERO

Fernando Tinajero

 Sabíamos que desde hace muchos años, a ningún gobierno le ha importado la cultura, a no ser que pudiera tomarla como un instrumento más de propaganda. Sabíamos que este desinterés truncó muchas esperanzas y mutiló muchos valores, que contribuyó a ponerle al Ecuador a la cola de América Latina y que obligó a emigrar a muchos de sus mejores talentos. Sabíamos que todos, cada vez que hacía falta, disfrazaban su desidia poniendo por delante, sin ton ni son, un montón de cifras abultadas.

Pero no imaginábamos que un Gobierno vacilante sería capaz de llevar el desinterés casi hasta el borde del desprecio. ¿Exagero? No, y no necesito demostrarlo: todos vimos el domingo pasado la cadena dedicada a “celebrar” el Día de la Cultura.

Solo comento que jamás había visto una celebración de tres minutos, con un textito anodino leído a toda prisa. Las formas importan, señor Presidente: el verdadero mensaje no está en el significado de sus atropelladas palabras; está en que su cadena no tuvo ninguna diferencia de las demás que acostumbra; está en su atuendo informal, en la ausencia de su ministro de cultura, en no haber invitado por lo menos a los presidentes de la Casa de la Cultura y la Academia de la Lengua, en haber suprimido la entrega solemne del premio Espejo bajo el pretexto de la pandemia, justamente cuando se levantaron todas las restricciones y se abrieron las playas… No, señor, los premiados no merecían ese trato.

Y como si eso no fuera suficiente, el mensaje está también en un anuncio…, digámoslo suavemente: infortunado. Al fin el Museo Nacional tendrá casa propia, construida para otro fin, por supuesto…, ¡y en la mitad del mundo! Así, cuando acabe la pandemia (si es que acaba) podrá ser visitado por treinta gringuitos viejos, de esos que van a poner un pie en cada hemisferio y sonríen para tomarse una selfie que envían a sus nietos. ¿Y los niños que antes visitaban diariamente el museo del Banco Central y la pinacoteca de la Casa de la Cultura, el museo Traversari y lo demás? Pues que se queden en su escuela recitando las tablas de multiplicar. Mientras no vean lo que fuimos no tendrán vergüenza de lo que somos ni ganas de cambiarlo. ¿Qué nos haríamos si empezaran a darse cuenta? ¡Cuidado con los ciudadanos conscientes y las inteligencias críticas! Por lo demás, ya verán los funcionarios de la Casa qué pueden hacer con el enorme local que fue construido precisamente para museo. Total: es problema de ellos.

Pero que nadie venga a decirme que el Gobierno carece de una política cultural: la tiene, y consiste en no hacer nada por la cultura, en tapar la inacción con unas cuantas cifras sueltas. Consiste en reducir a cero la autonomía de otros entes culturales, en dejarles sin rentas, en bloquear su indispensable reorganización, en haber convertido en burocracia lo que es palpitar cotidiano del entramado social…

En fin, ya pasó el Día de la Cultura. Como un día cualquiera.

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