El café del muerto de Mario Rodríguez
Mario Rodríguez ‘Apóstol’
Nació en Quito, en la Clínica Quito, cuando nuestra ciudad olía al sahumerio de las procesiones del Rosario de la Aurora y el canto del Salve, Salve gran Señora…, entonado por las beatas y los trasnochadores que regresaban a sus casas.
Se educó en la Escuela Espejo, en el Colegio Mejía y en la Universidad Central, más no se puede pedir; y por más señas, hizo la primera comunión en la escuela Pedro Pablo Borja, de esencia curuchupa.
De guambra del Tejar, cantó en las misas de niño y tocó el triángulo en la iglesia de La Merced, en las tardes cantaba en la Iglesia evangélica de los generosos gringos, con el riesgo de irse al infierno.
Heredó de su padre el humor, la sal quiteña, que en aquellos tiempos era la invitada obligada en las tertulias de los chullas, que se reunían en conocidos sitios como La Cueva del Oso, La Fábrica de Elefantes, El Palacio de las Medias, los Caldos de don Castrillón, la picantería de Miss Tortillas.
Creó el radioteatro de humor Cosas que tiene la Vida, que se trasmitió por muchos años en Radio Quito y en Ciespal, creó en diario La Hora la columna ‘Consulta con las Estrellas’ por el ‘astrólogo Mario Apóstol’, que se publicó por varios años; escribió algunas comedias que se presentaron en el Teatro Sucre, en el Teatro Variedades, en El Coliseo Julio César Hidalgo y en la Sala Mariano Aguilera de la Casa de la Cultura, y antes de irse al cielo escribe cuentos de humor.
Los muertos traen muchas tristezas pero también dan muchas satisfacciones, como las herencias, la nueva vida romántica de los viudos y de las codiciadas viudas, los prósperos negocios de los fabricantes de ataúdes, de lápidas, de las cantinas cercanas a los cementerios donde se secan las lágrimas después de los entierros, de las floristerías y de las millonarias empresas funerarias.
Precio: USD$10