NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACIÓN
Y DE LA CORREA
Autor: Anónimo
Técnica: Óleo sobre tela
Siglo: XVIII
Tradicionalmente, a la Virgen se le representa con el Niño en brazos. Ofrece la correa del hábito a San Agustín y su Madre Santa Mónica+. Ambos de rodillas a sus pies. Nuestra Señora Madre de la Consolación y de la Correa.
La devoción de la Virgen María en la advocación de Nuestra Señora de la Consolación es universal. Con larga tradición en la Familia Agustina, completa el título mariano hablando de Nuestra Señora de la Consolación y de la Correa, que hace referencia al hábito agustino.
Su origen está ligado a la vida de San Agustín, abreviada a una devota tradición que dice: Santa Mónica sumida en el dolor por los desvíos de su hijo Agustín. Esta preocupación se sumaba a la muerte de su esposo, meditó en la desolación de la Virgen María después de la muerte de su hijo Jesús.
La Virgen se le aparece a Mónica vestida de negro y ceñida con una correa que le dice: Mónica hija mía, este es el traje que vestí cuando estaba con mi hijo después de su muerte. Este vestido llevarás tú, en señal de devoción hacia mí. Para Mónica fue tanta la alegría al escuchar aquellas palabras, su alegría fue tanta que, al finalizar permitió la conversión de su hijo Agustín.
En 1575, se instituyó distintas Cofradías de la Correa en Bolonia. Adoptaron el título de los Cinturados de San Agustín y Santa Mónica. Cuando don Pedro de Aragón pide a Clemente X, que le concediese algunas indulgencias, el Papa le respondió: Tomad la correa de San Agustín y en ella las tenéis todas.
Santa María Virgen llanada y venerada Madre de la Consolación o Consoladora de los afligidos, por medio de ella, Dios envió el consuelo a su pueblo, con la llegada de Jesucristo Nuestro Señor.
La Virgen María estuvo con Jesús en la cruz, soportando ese inmenso dolor. El Señor la consoló con la resurrección de Cristo, pudiendo consolar ella a sus hijos en cualquier lucha, que el Evangelio prometió confortar a los que lloran.
Con la ascensión de Cristo, estando en oración con los apóstoles, en la cual pidió ardientemente, esperando y confiada en el Espíritu del Consuelo y de la Paz. La Madre de Dios, luego de su asunción al cielo no cesa su intervención con el gran amor de madre por los hombres que están afligidos por la tribulación.
La Iglesia, el Concilio Vaticano II dice: La Madre de Jesús precede con su luz al pueblo de Dios peregrinante como signo de esperanza segura y de consuelo.
La Orden Agustina celebra la solemnidad de Nuestra Señora, Madre de la Consolación y su patrocinio, el 4 de septiembre.
Nuestra Señora de Consolación y de la Correa, obra de un ingenioso manejo artístico, prueba el sincretismo imperante en el período de la Audiencia de Quito. Engrandece en características plásticas la valiosa colección que se muestra en el Museo de Arte Colonial de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”.