El último trimestre del año solía ser el más rentable para el sector de la economía naranja. Según los resultados de la encuesta nacional Medición de Estadísticas Laborales en Trabajadores de las Artes y la Cultura, para el 35,8% de los 2 508 trabajadores culturales encuestados, en esta época tenían más espectáculos.
En 2010, Tanya Sánchez y Matías Belmar, dos padres dedicados a las artes escénicas, no sabían si endeudarse para comprar una casa o una carpa de circo.
Al final eligieron la segunda opción, convencidos de que invertir en su proyecto cultural era la mejor decisión para el futuro de su familia.
Desde que se inició la pandemia, la carpa, que tuvo un costo aproximado de USD 35 000, ha pasado guardada. Deben tres meses de arriendo y sus pocos ingresos solo les han permitido cubrir los gastos básicos de alimentación.
Antes de la emergencia sanitaria, el Círculo de Artes Escénicas, del que es parte esta pareja, era uno de los grupos más activos de la escena local. En promedio realizaban entre 50 y 60 presentaciones al año, pero solo en cuatro o cinco lograban cubrir el costo total de la taquilla. Para ellos, el último trimestre concentraba el mayor número de funciones.
“Nuestro trabajo siempre ha sido estacionario. Entre enero y mayo pasábamos en el desempleo total. A partir de junio, se comenzaban a activar las presentaciones, gracias a los festivales. Para finales de año había días que teníamos entre dos y tres funciones por día”, asegura Sánchez.
Papá Changó es una de las bandas con más tiempo en la escena musical ecuatoriana. Para estos artistas, antes de la pandemia, diciembre siempre era uno de los meses con más presentaciones e ingresos del año.
Andrés Granda, músico y representante del grupo, cuenta que anteriormente llegaron a tener hasta seis presentaciones en esta época.
Como las restricciones para la celebración de eventos públicos masivos aún se mantienen, la agrupación ha decidido apostar por las presentaciones a través de plataformas digitales. Para diciembre, la única función que tienen confirmada hasta el momento es un concierto en línea, que realizarán desde el Parque Cumandá.
Granda explica que ahora tienen que hacer cuatro shows en línea para recibir el mismo dinero que ganaban en una presentación en vivo. “El trabajo en estos meses se ha incrementado -dice-, pero los ingresos han disminuido”. Antes tenían que pagar por los permisos y el sonido, pero ahora los gastos tienen que ver con el estudio de grabación, las luces, las cámaras y la Internet.
Otro de los datos que arrojó la encuesta realizada por Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura, y que muestra la precariedad en la que viven las personas que son parte del sector cultural, señala que solo el 50,88% de los encuestados reciben ingresos todos los meses, mientras que el 6, 70% asegura recibir ingresos solo una vez al año.
Alfredo Espinosa es actor de cine, teatro y televisión. Él afirma que antes de la pandemia sí recibía ingresos todos los meses por su trabajo como actor. El problema radicaba -dice- en el retraso en los pagos. “En el país, a un actor fácilmente le pueden cancelar después de tres semanas o de tres meses”, cuenta Espinosa.
A diferencia de lo que les está sucediendo a otros actores y actrices del país, él sí ha tenido la posibilidad de trabajar en varios proyectos artísticos durante los últimos meses de este año. Asimismo ha obtenido ingresos por su trabajo en temas de educación y antropología.
“Lo que estoy temiendo es saber qué va a pasar después de diciembre, cuando la crisis económica nos coja con los bolsillos vacíos”, comenta Espinosa sobre esta situación.