Las compañías y grupos de danza han enfrentado distintos desafíos desde que se inició la pandemia. Al tratarse de un arte escénico, el primer reto fue adaptarse a trabajar fuera del tablado y sin público.
Sin embargo, se han sumado problemáticas económicas y anímicas en los elencos. Rubén Guarderas, director del Ballet Nacional del Ecuador, cuenta que la emergencia sanitaria aceleró la creación de canales virtuales para la difusión de contenidos.
“Tuvimos que transformarnos en productores visuales”, dice Guarderas. Explica que eso implicó trabajar con teléfonos, en un primer momento, y también generar movimientos que se aprecien en las pantallas.
Ahora, dos camarógrafos son parte del equipo que acompaña a los bailarines. Desde finales del año pasado, el Ballet está ensayando de modo presencial con exigentes medidas de bioseguridad, entre esas, usar mascarilla durante los entrenamientos.
“Los bailarines han tenido que aprender a respirar para que no se sienta la respiración en el estómago, sino que sea pulmonar”, expresa Guarderas sobre esta medida.
El director del Ballet Nacional del Ecuador asegura que los desafíos continúan, pues las obras deben ser trabajadas de forma minuciosa para adaptarse a las redes sociales. Josie Cáceres, directora de la Compañía Nacional de Danza, destaca que el confinamiento creó una “incertidumbre provocadora”.
“Desde el encierro, los bailarines estaban dispuestos a experimentar”, dice. La Compañía impartió talleres teóricos virtuales que funcionan como sustento para las propuestas de los artistas. “La gente que estaba dedicada a la parte interpretativa dio un salto a la creación”, cuenta Cáceres en torno a este proceso. La difusión de las obras también fue un reto.
Para ello, la Compañía convocó a artistas audiovisuales. En esta nueva faceta se buscó que la cámara de video no solo haga un registro, sino que permita sentir “el vértigo del movimiento a través de la pantalla”.
“La Compañía quiere volver a la presencialidad. Contamos con una programación que puede modificarse según las necesidades y exigencias del covid-19”, expresa.
Xavier Delgado, presidente de la Red de Artistas del Movimiento, dice que el principal desafío que han tenido las agrupaciones y los espacios de formación fue mantener “la capacidad de reaccionar frente a lo que sucedía día a día”. A medida que la pandemia se alargó, la parte económica y anímica se convirtió en el mayor desafío para los artistas y grupos independientes.
En octubre, Espacio Vazio junto a un colectivo de artes visuales y ocho agrupaciones lanzó un proyecto de escenario ‘online’. “Hubo bastante respuesta del público, pero la producción implica demasiados recursos.
Sin el apoyo estatal y sin la visión de pensar en el valor de la cultura, ha sido fuerte mantener vivo el proceso”, asegura Delgado. La falta de espacios abiertos para las presentaciones y la poca recaudación ha impactado en el estado anímico de los artistas, asegura Delgado.
No obstante, dice, continúan trabajando. “Las redes de colaboración son el único camino que nos va a permitir subsistir”, finaliza el coreógrafo.