PENIPE, UNA TIERRA BENDECIDA DE FRUTALES

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Cosecha. Los habitantes utilizan palos, para bajar los frutos de los árboles.PATRICIA OLEAS / EXPRESO

Penipe festeja extrañando sus bailes tradicionales. Esta localidad de Chimborazo, considerada bendecida por Dios, por los hermosos atractivos naturales, además de su patrimonio inmaterial que se conserva y transmite a través de sus festividades, cumple 37 años de cantonización.

 

La algarabía, música y adrenalina que caracterizaban a esta ciudad están en pausa por la pandemia. La cercanía con las fiestas de carnaval era propicia para los festejos que se extendían con eventos deportivos, culturales, gastronómicos, artísticos y sociales. Pero este 9 de febrero la celebración es sencilla.

Los valientes toreros de la pamplonada ya no correrán con sus improvisados capotes por las calles valladas, tampoco se designó a la Penipeña Bonita y Solidaria y ni al penipeño Gran Señor, dignidades de reconocimiento a personas por su trayectoria en favor del cantón. Pero el Cabildo no quiso que la fecha pasara desapercibida y organizó la noche de luces y la sesión solemne en este día en el cual entregarán reconocimientos a personajes e instituciones que se han destacado por sus acciones y trayectoria, y al personal de Salud por su ardua tarea durante la emergencia sanitaria.

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DIVERSIÓN. El parque ubicado en la avenida central, es uno de sitios de distracción del lugar.PATRICIA OLEAS / EXPRESO

Según Lourdes Mancero, alcaldesa de Penipe, las festividades han sido de renombre provincial y nacional, pero a pesar de encontrarse controlados los contagios en la zona, es necesario mantener las medidas para precautelar la salud de los ciudadanos.

“Lamentablemente nos restringimos solo a los dos actos, conmemoramos con la población en forma virtual para celebrar esta fecha tan importante para el cantón”, señaló. Entre los homenajeados en la sesión está Jorge Totoy, en representación de los fruticultores. Su familia ha labrado la tierra desde hace muchos años.

Para las familias penipeñas, la tierra es el eje principal que los conecta con sus ancestros, los diversos productos que dan un dulce aroma a esta tierra y a más de ser su fuente de ingresos, son la base para elaborar diferentes potajes que sirven en sus fiestas. Así conservan sus costumbres y tradiciones que son parte de su identidad cultural. Uno de esos preparados es el jucho, bebida hecha a base de capulí, durazno y pera.

Además de su producción de frutas, Penipe cuenta con un patrimonio natural que lo hace uno de los cantones chimboracenses más visitado. Gran parte de su territorio conforma el Parque Nacional Sangay, en cuyo territorio emergen los volcanes Tungurahua y Altar, antiguos dioses de los pueblos originarios, y de cuyas entrañas fluyen cascadas y aguas termales. El cantón está atravesado por varios ríos en cuyas riberas se ofrecen espacios para disfrutar, así como la gastronomía típica.

FUENTE: EL EXPRESO

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