Las redes sociales han permitido que Karina Sánchez, la dueña de Tolstói, una librería que abrió hace 10 años en el norte de Quito, mantenga el contacto con sus clientes en la cuarentena.
Todos los días, desde Facebook, recomienda libros y recuerda que los jueves entrega, de forma personal, todos los pedidos.
Sánchez nunca imaginó que celebraría el décimo aniversario de su librería con las puertas cerradas. Lo hacía cada 23 de abril, a propósito del Día Internacional del Libro. Aunque ha tratado de adaptar su negocio a la nueva realidad que vive el país, afirma que las ventas han bajado un 75%, por la emergencia sanitaria.
La situación de esta librería es un reflejo de lo que actualmente sucede en el sector editorial del país que, según datos de la Cuenta Satélite del Ministerio de Cultura y Patrimonio, fue el tercero más importante del PIB cultural, entre el 2007 y el 2016, con un aporte del 8,93%.
Para la Asociación de Editores Independientes del Ecuador, que reúne a cinco editoriales del país, el cierre de la actividad comercial en estas semanas de confinamiento y las suspensiones de festivales y ferias de libro constituyen, en el corto plazo, un fuerte golpe para todos los eslabones del sector editorial: creadores, editoriales, distribuidores, librerías e imprentas.
Germán Gacio, secretario de la asociación, fue parte en una reunión que el sector editorial tuvo el lunes pasado con las autoridades del Ministerio de Cultura y Patrimonio.
Cuenta que entre las propuestas que se presentaron y que consideran prioritarias está la implementación de protocolos sanitarios para el ingreso a las librerías luego de la cuarentena y la creación de una tarifa especial para que se impulse la entrega de libros a domicilio.
Al respecto, Daniela Fuentes, directora de Política Pública de Emprendimiento, Arte e Innovación de esta cartera de Estado, cuenta que en la reunión se visibilizó que las librerías y editoriales son dos de los eslabones más afectados del sector editorial.
“Aunque hay que pensar en las posibilidades que nos puede brindar el libro digital, el libro físico no tiene que ser olvidado porque eso va a garantizar el acceso a las personas que no tienen Internet”, señala Fuentes.
Añade que “las necesidades del sector serán tomadas en cuenta en el Plan de Reactivación Integral para la Cultura que el ministerio presentará esta semana”.
A criterio de Oswaldo Almeida, presidente de la Cámara Ecuatoriana del Libro, la situación del sector editorial en el país atraviesa un momento crítico.
Para Almeida, es importante que las autoridades comprendan que si las librerías cierran, los autores y las editoriales no tendrían dónde ofrecer sus libros.
Almeida, quien también es parte de Editorial Océano, sostiene que una de las alternativas para las editoriales luego de la cuarentena es que, al igual que las librerías, también orienten el comercio de los libros hacia la entrega a domicilio.
“Los libros digitales son una alternativa, sobre todo en las nuevas generaciones, pero es un proceso que también se va a ver afectado por el acceso a los dispositivos de lectura”.
Según un informe que la Cámara Ecuatoriana del Libro entregó a este Diario, el registro de títulos con ISBN entre enero y abril del 2019 fue del 1 808 mientras que en el mismo periodo del año en curso fue de 1 434. Por su parte, el registro de ejemplares pasó de 1 101 610 en abril del 2019 a 30 795 al 20 abril del 2020.