Los centros culturales no viven solo de los aplausos

 
 
Los centros culturales han tenido que suspender las actividades que les permitían mantener sus espacios. AWM“Se remata reconocido bar restaurante y centro cultural”, escribieron en Facebook los fundadores de República Sur, un espacio en donde docenas de bandas ecuatorianas, escritores, poetas, músicos y jóvenes compartieron algo en común: su amor por el arte y sus diversas manifestaciones.

¿Cuál era el motivo? Los dueños de República Sur decidieron vender su centro ante la crisis sanitaria en Ecuador. Con el aislamiento obligatorio y la paralización de las actividades comerciales, los ingresos se volvieron nulos, y el mantenimiento de un lugar como República tiene su costo.

Sin embargo, República del Sur es solo la punta del iceberg, porque más abajo están los otros centros culturales independientes que se mantenían a través de la lucha relacionada con la organización de eventos y actividades.

Pero su situación no ha resonado. Por lo pronto, a más de República Sur, los centros culturales la Cueva del Artista y Azucena han cerrado, es decir, ya no cuentan con un espacio físico porque, entre otras cosas, no tiene el dinero suficiente para pagar el arriendo.

Y por ese camino andan más espacios culturales, según un seguimiento que realiza Búnker Escénico, una asociación de artistas que residen en Azuay y que se formó tras la declaratoria de la emergencia sanitaria en Ecuador.

El grupo realizó, en abril y mayo, una encuesta a 11 espacios culturales, entre estos academias, centros y salas de ensayo.

“De los 9 espacios que pagan alquiler, dos ya han cerrado. Y la estabilidad de la mayor parte de los centros que arriendan, es incierta o sigue en alto riesgo de cerrar, como Vibra Vital o Teatro Imay; en cambio la Sala de ensayos Barojo, continúa por el momento, pero no hay seguridad de que se pueda terminar el año manteniendo el espacio”, reza una parte del informe que fue elaborado por el Búnker.

Giro de negocio

Emilia Acurio es fundadora del Teatro Imay. Ella, para evitar cerrar su centro, llegó a un acuerdo con la dueña de la casa. Sin embargo, todo es incierto. Sin eventos, talleres, cursos y presentaciones, es casi imposible mantener vivo un espacio.

“Nos tocó cortar todo de golpe. Los trabajos con los niños y niñas ya no se están dando. Las familias no están en las mejores condiciones para pagar, y no sabemos qué va a suceder”, dice Emilia.

En este tiempo de pandemia, el Teatro Imay ha optado por ofrecer actividades gratuitas. Por ejemplo, hace unas semanas el centro publicó una guía para padres, la misma que está compuesta por actividades pedagógicas.

No obstante, de la gratuidad no se puede mantener el centro cultural que ahora mismo luce vacío.

“Esperamos que se baje el nivel de restricción porque ahorita con el 30% de capacidad no hacemos nada”, dice Emilia.

En otros casos, para sostener los centros culturales, se han volcado a otro tipo de negocio. Un ejemplo de ello es lo que han hecho Break Coffe&Art y la Guarida.

Antes de la pandemia su fuente de ingreso eran las actividades culturales, pero tras la emergencia sanitaria, Break Coffe&Art vende pan y comida a domicilio, mientras que La Guarida ha hecho lo propio: dedicarse a la gastronomía.

Ayuda

Ante la realidad de los centros culturales, Búnker Escénico ha organizado una rifa para evitar que más espacios se cierren. La meta es recolectar 2 500 dólares. El dinero será repartido entre los artistas escénicos que más lo necesiten.

Para colaborar se debe ingresar a la página de Facebook del Búnker . Se sortearán 32 productos elaborados de los artistas que, como dice la asociación, no solo de aplausos viven. (AWM)-(I)

Fuente: El Mercurio

 

 

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