MUSEO ETNOGRÁFICO: EL ARADO, PREPARA LA TIERRA PARA SEMBRAR

 

 

MUSEO ETNOGRÁFICO: EL ARADO, PREPARA LA TIERRA PARA SEMBRAR

                           Chaquitaklla                                                                  Arado de Yugo

 

 

Surco raya, bueyes cari.., sigan raya!, dice con voz fuerte el campesino

 mientras dirige a la yunta para abrir los surcos en su terreno.

 

Una vez que  los abuelos aprendieron a leer los mensajes del cosmos a través de la ubicación de las estrellas, pudieron predecir el momento propicio para sembrar y cosechar. La agricultura es una consecuencia lógica de la posibilidad de domesticar tanto animales como plantas. El hombre antiguo se volvió sedentario cuando la naturaleza le dio las coordenadas para mejorar su calidad de vida.

En nuestro Museo Etnográfico podemos dialogar sobre este tema, luego de conocer este proceso de interrelación profunda del Hanan Pacha o mundo superior con el Kay Pacha o espacio vital,  donde el ser humano trabaja la tierra para obtener de ella sus favores.

Sabemos que, desde hace unos 8.000 años atrás comienza esta relación de profundo amor a la tierra y cuidar de ella, guardando los ritmos de las estaciones. Para realizar las labores agrícolas, usa simplemente un aparato de tracción humana llamado la Tajlla o Chaquitaklla.  Se trata de un palo largo de más de un metro, en cuyo extremo inferior se coloca la reja metálica llamada taklla; luego el pisadero, llamado chakilpa con una punta un tanto encorvada, que a veces era de piedra o de metal, el agricultor apoyaba su pie para hundirlo en la tierra y luego hacer el surco.

Esta sabiduría ya la conocían nuestras culturas prehispánicas, de esta forma, los taitas y mamas se interrelacionaban con la Madre Tierra, pues su objetivo no era explotar o hacer daño, sino representaba una expresión de igualdad y de respeto a este ser vivo.

El Arado de pie fue uno de los instrumentos agrícolas de labranza más importantes y antiguos del mundo andino.

Alrededor de 3.500 años a.C., en las civilizaciones del Oriente Medio apareció El arado de yunta, como lo conocemos hasta hoy, las personas adultas, pero que es desconocido para las nuevas generaciones; para quienes lo natural es ver remover la tierra con máquinas.

El arado tradicional es un armazón de madera atado a las astas de dos bueyes, permite a los agricultores y dueños de grandes extensiones, preparar sus tierras para los cultivos, consiguiendo con esto resultados innovadores en la calidad y cantidad de los productos agrícolas, se generalizó su uso en América, luego de la conquista española. De acuerdo con la tradición oral andina, antiguamente se usaban llamas para efectuar ese trabajo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se adiestran a dos bueyes para el propósito, no sin antes limpiarles con hierbas y soplarles aguardiente, como un ritual para que el trabajo sea fructífero.

 Una vez que quedan preparados, el agricultor lleva en la mano izquierda una vara de madera, instando a las reses para que caminen e inicia el trabajo. Poco a poco la cuchilla de madera que está atada al yugo forma los surcos y el timón es controlado por quien arrea a las cabezas de ganado. Otro personaje es el guía, quien ejecuta la acción y otra persona coloca la semilla en el guacho y luego la entierra.

La técnica de la yunta aún se emplea para la siembra, en las comunidades indígenas y campesinas de Tungurahua, Cotopaxi, Chimborazo, Loja, Cañar, que mantienen vivos los conocimientos que aprendieron de sus padres y abuelos.

Es algo importante para nosotros, porque tenemos un contacto directo con la tierra”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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