OBRA DEL DÍA: LA BOCINA

LA BOCINA

Variedad de bocinas

Museo Traversari CCE

 

     La bocina es un instrumento aerófono, que no se puede determinar con exactitud su origen, ya que existen crónicas de su uso en el continente europeo, desde hace miles de años. Sin embargo, en el Ecuador, la evidencia habla de su aparición con la llegada de los españoles y el ganado vacuno al país, puesto que está elaborada con los cachos de los toros. El uso que lo daban los indígenas es de llamado o convocatoria, para hacer una alerta sobre algún hecho que se estuviera dando. Carlos Freire[1] dice: “Se tocaba desde la parte alta de una montaña para comunicar un mensaje y, dependiendo su entonación, era interpretado por la comunidad, por ejemplo, si son sonidos cortos y seguidos significa una alerta”.

     Las sociedades indígenas quechua-hablantes de la Sierra (cordillera andina) de Ecuador cuentan, dentro de su acervo organológico, con dos tipos de trompetas naturales denominadas bocina, clarín o quepa (Mullo Sandoval, 2007; Ecuador. Ministerio de Cultura, 2013).

     Una de ellas, empleada sobre todo por los Kañari (provincia de Cañar) y los Salasaca (provincia de Tungurahua) y conocida como bocina churo, es una trompeta corta: un cuerpo hecho de varias secciones de cuerno vacuno unidas entre sí formando una media circunferencia, a la cual se añade un largo y grueso pabellón de caña guadua (Guadua angustifolia).

     La otra, mucho más difundida, es una trompeta larga. Se trata de un instrumento de embocadura frontal (o, en ocasiones, lateral), de 1,50-2 m de longitud, que puede ser simple o compuesto. La más común es la bocina simple, que puede construirse con una caña guadua, una rama de yarumo o guarumo (Cecropia peltata), o un chaguarquero, el tallo florífero de una variedad de penco o cabuyo azul (Furcraea andina); en este último caso al instrumento resultante también se lo conoce como bocina de illahua. La de guadua se interpreta sobre todo en las provincias de Imbabura, Chimborazo, Cañar y Azuay; la de guarumo, por su parte, es más común en las provincias de Tungurahua y Cotopaxi (Coba Andrade, 1981).

     Las bocinas compuestas se elaboran con un tubo de guadua o de tunda (Rhipidocladum harmonicum) en cuyo extremo se coloca un cuerno de vaca como amplificador. Se las denomina bocina de tunda, de huasichi o sigsaco, y están presentes en las provincias de Imbabura, Chimborazo, Tungurahua, Cañar y Azuay (Coba Andrade, 1981).

Freire determinó que este uso tradicional se está perdiendo y que se lo mantiene en algunos pueblos originarios. En este sentido, determinó que “el tema de la modernización influye mucho en la desaparición de ciertos lenguajes sonoros, por ejemplo los toques de bocina de hace 50 o 60 años ya no existen, a menos que dentro de la comunidad se haya tratado de conservarlos de alguna forma”.

 

Uso contemporáneo

Jorge Miñarcaja, bocinero de la comunidad andina La Moya, en Chimborazo

     La funcionalidad de la bocina ha perdido la ritualidad, excepto en algunas fechas especiales como el Inti Raymi, y, por tal motivo, destacó que en la actualidad puede ser utilizado con otras fórmulas melódicas y dentro de otros contextos. Para realizar el rescate de la bocina es importante partir del conocimiento histórico. Dentro de la etnomusicología existen dos corrientes, la de conservación tradicional y la de reutilización para enriquecer la contemporaneidad.

     En los últimos tiempos, la bocina ha sido construida aprovechando tuberías de PVC empleadas para conductos de agua, siendo pintadas y decoradas profusamente, a gusto del ejecutante. Esta tendencia a reemplazar los materiales naturales por otros sintéticos es dominante en todo el espacio andino. Por un lado, se debe a las dificultades que a veces entraña la obtención de cañas y otros elementos. Por el otro, los propios músicos reconocen que, si bien el sonido pierde mucho de su calidad y color original, los instrumentos de plástico son más duraderos, y soportan transportes, golpes, cambios de temperatura y humedad y largos periodos de ejecución sin presentar por ello los severos daños que sufren sus pares “naturales”.  Por su sencillez, este modelo ha sido adoptado por varios grupos indígenas de la Sierra (p.ej. los Otavalo, los Cotacahi y los Saraguro) y por las comunidades mestizas, no solo campesinas, sino también urbanas.

 

Sonido que perdura

 

Bocinero

Autor: J. A. Guerrero, Quito, s. XIX

 

     Más que musical, el papel que desempeñan las bocinas es como medio de comunicación y convocatoria. Están presentes, entre otras ocasiones, en el jahuay (ceremonia de siega, cantones de Alausí, Guamote, Colta, Tixán y Cacha, provincia de Chimborazo), la toma de la plaza (Inti Raymi, comunidad de Cotacachi, provincia de Imbabura), la entrada de la rama (fiesta de San Juan, comunidad de Zuleta, provincia de Imbabura), y la fiesta de los caporales de los Salasaca (provincia de Tungurahua).

     Dentro de los cánones musicales occidentales, el sonido que emiten las “bocinas” andinas puede no ser más que una mera “señal”, una nota –a veces deformada, “desafinada” y carente de limpieza– que marca cambios en el ritmo de un conjunto de flautas, o el inicio de un repique de tambores. Sin embargo, la larga historia de las trompetas andinas muestra que, a pesar de los siglos y los cambios, siguen teniendo una arraigada presencia en muchas manifestaciones socio-culturales de las comunidades tradicionales de esa región. Y ello se debe quizás al poder asociado a su sonido. Así como el tronar de algunos bombos convoca a las fuerzas de la tierra, y el de algunas flautas habla de la fertilidad y la lluvia, las “bocinas” tienen su propio valor. Su voz es la que reúne a la comunidad, la que concierta sus esfuerzos, la que les avisa de los acontecimientos. Es la que permite que comunidades aisladas entre las montañas se conecten, y que medio centenar de músicos y bailarines coordinen sus esfuerzos en una danza comunitaria.

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  

Enlaces de youtube

CCE, Cañar, documental “Labocina: Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=mbhZ01jT5W0

[1] Carlos Freire, PhD en Musicología, docente de la Universidad de Cuenca.

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