OBRA DEL DÍA: LOZA QUITEÑA

LOZA QUITEÑA

Autor: Fábrica de loza quiteña

Técnica: Cerámica

Siglo: XVIII

Motivados por las medidas tomadas por las autoridades y el decreto de libre comercio, se funda en Quito la fábrica de loza. Sus fundadores fueron Salvador Sánchez Pareja y Manuel Díaz de la Peña. La fábrica inicia su actividad en el año 1771, siendo presidente de la Audiencia de Quito don José Diguja 1767-1778, quien fue protector de los iniciadores.

La fábrica contó con un buen grupo de artesanos y artistas para la producción relacionada con la cerámica. Se instaló en  Bellavista fuera de la ciudad de Quito cerca de la recolección franciscana de San Diego y de la mercedaría del Tejar, que estaba en construcción.

Los inicios de la fábrica de cerámica se deben a don Salvador Sánchez Pareja que, en 1771, finalizó obligaciones como funcionario del Estanco y Tabaco, quien decide arriesgarse en la fábrica de loza fina que no había precedentes en América, en España no hubo fábrica de porcelana hasta que Carlos III emprendió su construcción en el Buen Retiro de Madrid en 1759, a sus especialistas los trajeron de Nápoles de la fábrica de Capodimonte.

Sabiendo que la sociedad quiteña consumía porcelana china y europea. Sánchez Pareja arriesgó su pequeña fortuna, fue difícil sus ensayos que estuvieron llenos de aciertos y errores para obtener pequeños logros. Despreciado y perseguido por los acreedores en 1772, buscó un socio capitalista, que fue don Manuel Díaz de la Peña, quien corrió con la gestión económica de la empresa.

El fundador conservaba la ayuda de Diguja y otros miembros de la Audiencia quienes colaboraban con la obra. Diguja visitaba todos los días, por su empeño en reactivar la economía quiteña por el Dictamen Real de Carlos III y el recaudo atrasado de Quito. La producción debía abastecer los mercados americanos y con ellos se pretendía apalear la desocupación laboral, mejorando la situación económica de la ciudad y territorios aledaños.

Diguja expresaba que los naturales eran habilísimos y que los viajeros en los siglos XVIII-XIX lo manifestaban al pasar por Quito. No había especialistas, pero sí una importante tradición de ceramistas y tallistas de figuras pequeñas para nacimientos, propias del arte quiteño del siglo XVIII.

Al personal especializado formó Sánchez Pareja. Los primeros trabajos fueron enviados a España en la fragata Nuestra Señora del Rosario, para ser entregado al Presidente de Contratación de Cádiz, el cual debía manifestar al Rey.

Los autores entregaron al Presidente Diguja, el mismo paso al Virrey de Santa Fe a través de Pedro Urretra quien envió a la península, quedando gratamente sorprendido por las obras que protegió liberándoles de aranceles y que las piezas circularan libre de todo derecho y fomentar la fábrica quiteña.

La fábrica no tenía competencia en el exterior de la Audiencia sino también en su territorio, pero empezó agonizar y en 1788 se cerró definitivamente, Nicolás de la Peña hijo de uno de los fundadores la vendió a Ramón Galban y Arcelus. 

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