El avance de la aerovía alcanza ya el 70 % y la estación que se alza junto a la Casa de la Cultura, en la avenida Quito y 9 de Octubre, impone su presencia desde hace meses, no solo porque su tamaño ha opacado al edificio de la entidad, sino porque, por las noches, el área que conecta hacia el parque Centenario tiene las luminarias apagadas.
Existe afectación para el edificio de carácter visual, reconoce Fernando Naranjo, arquitecto y presidente de la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas. Dos de los tres lados que dan a la calle han quedado prácticamente cubiertos por lo que será la estación.
Según la Empresa Pública de Turismo, que recoge la historia del edificio en la página Guayaquil es mi Destino, este se empezó a construir en 1949 y es parte de los atractivos patrimoniales que tiene la urbe. Su arquitectura, de seis pisos altos, de ventanas alineadas y que ocupa toda una manzana en el frente, sin embargo, hoy no puede ser visualizada.
La aerovía, 20 años de deuda sin rentabilidad
La socialización de la obra con la entidad empezó gracias a Naranjo. Hizo llegar al entonces alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, varios oficios, y aunque esos comunicados nunca tuvieron respuesta, se logró, hace cuatro meses, un acercamiento con los constructores. Se concretó allí cerrar los soportales del lado de la Casa de la Cultura, resume Naranjo. Frente a la Corte Provincial de Justicia, en cambio, se dejó al ciudadano de a pie un pasillo que luego de las 21:00 no es más que oscuridad y basura.
Esos diálogos también hicieron posible que se concretara una plaza peatonal al pie de la Casa de la Cultura. Camilo Ruiz, administrador de la aerovía, recuerda en EXPRESO que en el despacho de la Dirección de Urbanismo, personal técnico preparó un proyecto de diseño de ese espacio, para que la entidad pudiera usarlos para eventos culturales. También se contempló un área de parqueos para bicicletas.
El concepto de la plazoleta siempre estuvo contemplado. La escalera este caerá sobre la 9 de Octubre, junto a la Casa de la Cultura
Camilo Ruiz, administrador de la aerovía.
Cuando se realizan obras como esta, hay que hacer sacrificios, reconoce el presidente de la Casa de la Cultura. Para esta entidad, continúa, ese sacrificio es visual.
Son demasiados metros de fachada de ambos lados cubiertos por la obra y sabemos que es imposible revertir. Aún podemos tener esperanza en aprovechar la plaza.
Fernando Naranjo, presidente de la Casa de la Cultura.
No es la primera vez que saltan alertas por la contaminación visual que representa la aerovía. Hace tres años, arquitectos mostraron su preocupación por los problemas que hoy empiezan a visualizarse en el centro con la instalación de esta obra que a la ciudad le cuesta $ 114 millones, de un total de $ 134 millones.
En noviembre, EXPRESO advirtió que sobre la calle Loja y otras zonas del sector ya existe afectación visual para los moradores de edificios de la zona, aunque se supone que la Autoridad de Tránsito Municipal llevó a cabo estudios de impacto de la obra.
El diseño actual no era el más aconsejable para construir esa mole que se ha instalado en la 9 de Octubre. Se está cubriendo un espacio histórico, como lo es la Casa de la Cultura. Han agredido un patrimonio
Felipe Espinoza, urbanista
El catedrático y experto en urbanismo Felipe Espinoza asegura que estos estragos pudieron evitarse. Lo único que se observa ahora es una arquitectura invasiva con poca propuesta integradora.