SUCRE Y EL TIEMPO

El proceso libertario, iniciado con Olmedo en Guayaquil el 9 de octubre de 1820, se consolida con la batalla de Pichincha del 24 de mayo de 1822.

Desde el puerto principal, el ejército denominado como “División Protectora de Quito” avanza hacia los andes, atravesando el sector conocido como Bodegas, actualmente  Santa Rita de Babahoyo. Llegan a Guaranda donde libran la Batalla de Camino Real, del 9 de noviembre 1820. Luego de vencer a los realistas, llegan a Ambato donde en la Primera Batalla de Huachi, el 22 de noviembre del mismo año, son derrotados. Posteriormente a esta derrota regresan a Guayaquil y piden apoyo a los libertadores. En mayo de 1821, Antonio José de  Sucre toma el mando del ejército protector y emprende la liberación de Quito. En agosto triunfa en la batalla de Yaguachi y en septiembre es retenido en la segunda batalla de Huachi en que se ve obligado a firmar un armisticio con los realistas y a regresar a Guayaquil.

En enero de 1822, Sucre emprende la nueva campaña. Entra por Machala y avanza a Saraguro, donde recibe el apoyo del ejército de San Martín. En febrero pasan por Cuenca y avanzan hacia el norte, llegan a Riobamba y el 21 de abril libran una gran batalla en la llanura de Tapi, descansando en la Loma a Quito, para luego llegar a Latacunga. Al momento, el ejército se encuentra fortalecido y valeroso, con seis batallones; grancolombianos, peruanos, argentinos, franceses, ingleses e irlandeses, entre los que están: Alto Magdalena, Yaguachi, Albión Trujillo y Paya. Se dirigen hacia el Cotopaxi, librando sus páramos y al enemigo que se encontraba en las inmediaciones de Machachi y la Viudita. Llegan a Sangolquí e inmediatamente ascienden a la loma de Puengasí y desciende al Ejido Sur, lugar conocido como la llanura de Turubamaba. Luego de algunas maniobras y estrategias lograron sitiar Chillogallo.

En la madrugada del 24 de mayo, emprenden el ascenso hacia el Pichincha con el objetivo de llegar al Ejido norte, pero al encontrarse a 3.500msnm. sobre las laderas del Pichincha son divisados por las tropas españolas que inmediatamente se desplazan en dirección a enfrentar al ejército patriota. A las 09h30 de la mañana, se produce el enfrentamiento.  Será una guerra cruel que ya sin municiones el enfrentamiento se dará mediante bayoneta calada. El enfrentamiento continúa hasta que cerca del medio día llega el Batallón Albión que quedó en la retaguardia según las estrategias de Sucre. Se unen a la batalla y doblegan al ejército realista que se retira para refugiarse entre los arrabales de Quito y el Fortín del Panecillo, mientras los patriotas gritan desde las faldas del Pichincha “Quito es libre, Sucre ha triunfado”. Finalmente, para evitar un enfrentamiento en el fortín, el Mariscal Sucre envía un emisario para que el General Aymerich firme el acta de capitulación y, el 25 de mayo entre las 12 y 14h00, por medio del Edecán O´Leary se entregan las armas. Es así como, en la cima del Panecillo (Shunguloma) de la ciudad de Quito, desaparece el dominio del imperio español.

Con este antecedente la obra pictórica que presentamos es de autor anónimo, escena de rica iconografía profana y mitológica, en un paisaje andino con una apoteosis de Sucre y el tiempo, descendiendo del Pichincha y volando sobre Quito.

Como lo hemos explicado con anterioridad, Sucre será el héroe que sella la independencia de Quito y América. El artista realiza una composición en el lugar donde se desarrolló la batalla con un escenario paisajístico en que aparece el macizo del Pichincha, con un cielo nublado, triste por los caídos en la batalla, a la derecha entre penumbras y nebulosas representa el mar.

Los protagonistas de la escena son tres personajes: en primer plano,  de las entrañas de la tierra en actitud de avanzar emerge una mujer joven, magnánima, vestida de luz y sabiduría, es La Libertad, con gorro rojo como símbolo de libertad, el poder y la nobleza,;  Sucre aparece de pie vestido de Mariscal con traje color rojo y azul, casi divinizado con resplandor de luz tras su cabeza, simbolizando su heroísmo de la batalla , pero también el amor por su pueblo, su brazo derecho cruzado al abdomen, a la expectativa,  como que se sorprende y se impulsa a desenvainar la espada de la victoria, sujeta a su cintura y sostenida con la mano izquierda, pero se detiene al darse cuenta que quien emerge es la Libertad y entran en diálogo. Se encuentra parado sobre un anciano desnudo, con alas abiertas  personificando, de manera cósmica, al tiempo. Se trata de Cronos un Dios de la mitología griega, que al mismo tiempo representa el paso de la vida de los caídos en batalla. Hacia la izquierda de la escena central, encontramos un grupo de personas con la bandera tricolor, representando a las victoriosas tropas grancolombianas y hacia la derecha  varios caídos que representan a los ejércitos del sur que se encuentran en tierras de Quito, bajo la dirección del Mariscal Sucre para alcanzar la victoria.

En el paisaje del fondo, en tierras verdosas llenas de esperanza, destacan la ciudad de Quito, el nevado del Rucu y la furia del Guagua cuya lava se abre como una antorcha de luz al nacimiento de la nueva nación, a la derecha sobre el mar atlántico se ve una embarcación que se aleja, como símbolo de retirada.

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